Lograr un sueño

 

Por Liliana Nuel

Vengo de una familia muy pobre, mi papá es un agricul- tor. Desde mi infancia he podido observar cómo él trabajaba en la caña donde él daba el todo por el todo, para que a mis hermanos y a mí no nos faltara lo que es la alimentación. Crecí en Saba- na Larga de Gonzalo, aún vivo allí, en un batey pobre, escaso de trabajo, en donde las familias pasan hambre.

Cuando pasó el huracán George,46 el batey Sabana Larga quedó completamente destruido, sin fuentes de trabajo, y aún sigue así. En ese batey, para poder sobrevivir, los hombres tienen que echar días y las mujeres no tienen acceso al trabajo. Lo que más hay en el batey Sabana Larga son cinco colmadones; de esos, hay dos colmados que venden los alimentos (y también venden cerveza y romo.)47 Los otros tres solo venden bebidas [alcohóli- cas]. Allí es donde van [sic] la mayoría de las personas a gastar su dinero comprando bebidas. Hay tres iglesias cristianas y una escuela donde la Educación Primaria es de primero hasta quinto. Y el que quiera continuar, tiene que andar 5 km a pie hacia la otra escuela.

Para poder darles una mejor vida a mis hijos, tuve que someterme a todo lo que me decía el padre de mis hijos, hasta que un día me decidí y me separé de él. Me puse a trabajar en Indus- palma Dominicana48 donde (diario) tenía que recoger 25 sacos de fruta y tenía que trasladar esos sacos a 1 km de distancia para que así, cuando pasaba el camión, se los pudiera llevar. Cuando llegaba a casa no podía aguantar los dolores, debido a que era un trabajo muy fuerte.

Cuando me vi en esa situación pensé dejar ese trabajo, pero mis amigos me dijeron que me aguantara más tiempo porque no tenía marido que me diera para mantener a mis hijos. Aguanté en ese trabajo por nueve meses y logré –con mucho esfuerzo– construir una casa en la cual ahora vivo con mis tres hijos. Ahora cuento con la ayuda de mis padres porque no estoy trabajando.

Cuando mi papá trabajaba, nos llevaba con él. Mi papá cortaba caña, y mis hermanos y yo le ayudábamos a llevarla a la carreta. Años después se estaba acabando la caña y el gobierno [dominicano] quería deshacerse de los inmigrantes haitianos. Un día mandaron la «migra»49 en el batey Sabana Larga. Los niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos empezaron a correr, y nosotros teníamos miedo de que deportaran a nuestro padre. Y mi papá se metió en la base de la cama y nos decía «mete cochon su nu».50 Entre mis hermanos y yo levantamos el colchón y lo pusimos sobre ellos (sin pensar que se podían asfixiar) porque no queríamos que se llevaran a nuestros padres. Horas después no sentimos nada en el patio y sacamos a nuestros padres de debajo del colchón.

Cuando mi padre quedó definitivamente sin trabajo fue un mes de sufrimiento por el cual mis hermanos y yo, durante ese mes, no teníamos alimentación. Días después, mi papá luchó y luchó hasta que encontró una solución.

Nosotros lo veíamos salir de la casa todos los días, hasta que un día él nos llevó al kilómetro 2. La 21 es donde mi papá tenía el conuco, hacia donde tuvimos que caminar 5 km a pie, hasta que llegamos al conuco que él había hecho, donde él sembró de todo; después era todos los días que íbamos a ese conuco a pie. Después no queríamos volver a ese conuco porque era muy lejos para ir a pie, pero yo tenía que ir obligatoriamente porque a mí me habían elegido como la cocinera. Luego le exigí a mi papá que comprara un caballo y así fue: él compró dos caballos.

Días después mi papá planeó un convite (un convite es cuando varias personas van a trabajar contigo y tienes que cocinar mucha comida). Él invitó a cuatro hombres. En eso de las 4:00 a.m. salimos de la casa, mis padres iban a pie y mis hermanos y yo montábamos en los dos caballos. Ese día tuvimos que amanecer en la cueva que había en el conuco. Mi papá descubrió esa cueva chapiando51 cuando iba a hacer el conuco. La limpió y lo consideró como una casa. Ese día mi madre llevó un colchón y dos sábanas para que pudiéramos amanecer, hicieron una fogata dentro de la cueva para que los mosquitos se alejaran. Mi papá llevó dos bote- llas de gas y preparó dos lámparas con una tela jean. Mis hermanos y yo estábamos aterrados de miedo de que saliera una cule- bra o que haiga52 otro tipo de animal dentro de esa cueva que nos hiciera daño. Al otro día llegaron los trabajadores que mi papá había invitado al convite y yo me puse a cocinar. Mi padre, junto a los trabajadores y mis hermanos, se pusie- ron a trabajar. Mi madre se puso a sembrar habichuela.

Horas después, cuando ya estábamos recogiendo todo para salir del conuco, llegaron unos helicópteros y mis hermanos y yo nos pusimos contentos, pero lo que no sabíamos era que venían por mi padre. Cuando bajaron en las montañas, se tiraron unos guardias con armas y sogas; mi papá estaba aparejando los caba- llos. Amarraron a mi papá, y mis hermanos y yo nos pusimos a llorar. Se llevaron a los trabajadores. A mi padre no se lo llevaron ese día, pero le prohibieron regresar al conuco de nuevo porque eran áreas protegidas.53 Mi papá trabajaba esas tierras porque no había caña y no había más fuentes de empleo para la alimentación de sus hijos.

Días después los trabajadores regresaron, no sé si fue que pagaron, pero al fin volvieron. Luego se fueron del batey, pero mi padre se quedó a vivir en el batey. Sin embargo, mi papá nunca dejó de ir a su conuco hasta que un día él cosechó todo y pudimos sostenernos.

Para yo poder ser una profesora de matemáticas tendría que abandonar el batey donde vivo y así poder buscar un trabajo digno (para poder continuar mis estudios y que mis tres niños no vivan lo que pasé en aquel entonces). Por esa razón quiero ser una gran profesora de matemáticas, para así poder darles una mejor vida a mis tres hijos que son mi motivo para seguir luchando. Algún día lograré mi sueño.

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