Y también amé la música

 

Por Gedeón Santana Anye

Nací en el 1998, en la provincia de Monte Plata. Desde que nací siempre veía a mis hermanos Yeferson Santana y Deivi Jeremia Santana, a quienes les gustaba la música. Y también amé la música. Desde ese entonces, comencé a tocar güiro72 todas las tardes con el fin de llegar a ser como mis dos hermanos. Desde que sonaban las seis de la tarde, comenzaba con mi güiro y mi padre, Braulito Santana, siempre botaba la güira en el otro patio de la vecina y me sentía triste, pero –en cuestión de minutos– volvía y buscaba la güira y comenzaba de nuevo a tocar y, de nuevo, mi padre me quitaba la güira… hasta que él se cansó y me dejó tocar.

Luego llegué a mejorar en la música y, cuando yo tenía siete años, mi hermano por quien yo aprecié la música, se murió en el 2005… a los doce años… y, en ese momento, yo decidí dejar la música. Luego del muertorio73 decidí vivir con mi abuela y aprender a ser un niño fuerte y a tomar la realidad. Yo tenía cinco amigos, lo cual [sic] siempre estábamos juntos, siempre después de la escuela nos íbamos juntos para un campito, que era feo, pero era divertido porque cada uno de nosotros disfrutábamos de la compañía de cada uno. Luego que terminamos la primaria hicimos una gran fiesta (Miguel Alfonso, Ismael Santana, Ronny, Isaac y Ramón) en nuestro campito feo… y nos divertimos mucho. Cuando entramos a la secundaria nos dividieron de curso, por lo cual nos sentimos incómodos porque estábamos acostumbrados [a estar] juntos en el aula.

Un día yo visité una iglesia, la cual era grande, y asistía mucha gente en ese lugar. En realidad estaba emocionado por todo lo que veía y, en un segundo, mi alegría se detuvo porque vi a un joven alto y flaco que tocaba un instrumento que a mi hermano le gustaba mucho.

El que tocaba el piano era muy orgulloso y le hizo pasar una enorme vergüenza a una joven, la cual me gustaba y, cuan- do vi ese espectáculo, no sé qué pasó, el amor a la música volvió dentro de mí. Y, desde ese día, dispuse en mi corazón no solo tocar güiro, sino también piano para ayudar a los jóvenes que no tienen conocimiento musical. Eso sí: me puse para eso y, en el camino, me desencantaba, pero encontré siempre un amigo (Isaac) y me dio esperanzas para continuar. Con esa esperanza, inicié el curso de piano en la Academia de Monte Plata y, como todos los que aman la música, le pedí mucho a Dios para que me ayude a apren- der y a tener lo que es oído musical.

Bueno, en el transcurso, pude aprender a tocar y he ense- ñado a muchos compañeros a tocar. Y me siento feliz porque no cambié el motivo por el cual volví a querer aprender música… que fue para enseñar a los que no tienen apoyo.

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